El body art,
un estilo de arte conceptual, la danza, como arte escénica, en ambos el
cuerpo como herramienta que será vestida, en ambos el cuerpo como
herramienta de comunicación; una puesta en escena performática, efímera,
que deja un rastro, tal vez en las mentes y con seguridad en la imagen.
El
cuerpo sigue siendo un punto de partida en el arte, receptor y
comunicador de sensaciones que tienen en común la vista y el oído. El
movimiento entra como mediador entre la música y el concepto, enlaza
todo lo que se quiere proyectar y el vestido (en la danza) y la pintura
(en el body art) camuflan el cuerpo en un espacio, se convierten en esa
piel que aporta para la personificación de movimientos.
Si
bien el body art como estilo artístico, tuvo sus inicios en los años
60s, y la danza mucho tiempo antes, ambos se pueden considerar
actividades que ha realizado el hombre a través de la historia, en la
prehistoria, indígenas que en sus rituales utilizan los pigmentos como
decoración del cuerpo o parte simbólica del ritual, y la danza
igualmente, en varias culturas como un ritual ligado a la parte
espiritual se fusionan ahora, en el arte contemporáneo, en la danza
contemporánea, donde se han roto barreras del cuerpo, donde existe la
exploración de movimientos orgánicos y característicos del movimiento
natural del hombre; dentro de éstas barreras también está el vestuario
que por cierto no busca esa saturación del cuerpo, o alusión a lo
fantástico como lo ha logrado el ballet, llega el body art como una
nueva propuesta donde se crea una segunda piel que se acopla
perfectamente a todos los movimientos que este cuerpo realiza y que ha
logrado traer a la escena, esos seres, algunos fantásticos, muchos otros
animales, plantas, transformación del cuerpo que podría volverse algo
surrealista, pero que definitivamente con su unión han logrado, que el
cuerpo, por medio del movimiento le de vida a éste mundo maravilloso, a
ésta segunda piel que comienza a habitar.
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